La enfermedad de Alzheimer
- L. S.
- 14 nov 2018
- 3 Min. de lectura
La Organización Mundial de la Salud define la enfermedad de Alzheimer (EA) como una enfermedad neurodegenerativa de etiología desconocida caracterizada por un deterioro progresivo de la memoria y la función cognitiva, que representa aproximadamente el 50-70% de todos los casos de demencia. Esta patología es causa de morbilidad y de un considerable número de muertes e incapacidades en individuos que se encuentran edades medias y avanzadas de la vida.
Junto con el envejecimiento de la población mundial, se ha dado un crecimiento en el número de pacientes con esta enfermedad también. En el año 2006, el número de pacientes con EA era de 26,6 millones en todo el mundo y las predicciones apuntan a que en el año 2050 serán 106,8 millones siendo de éstos 16,51 solamente casos europeos.
Hoy en día, a pesar de no conocer las causas determinadas de la enfermedad (solo el 1% de los casos son hereditarios), se considera que puede ser producida por una variedad de factores genéticos y ambientales donde la edad (a partir de 65 años), la historia familiar de demencia (que existan casos en la familia) y ser portador de un alelo de un determinado gen (ApoE) serían factores potenciales de riesgo. A parte de eso parece ser que existen otros factores de riesgo, entre ellos el sexo femenino, un nivel de educación bajo, el tabaquismo y consumo de bebidas alcohólicas, traumatismos craneoencefálicos y diferentes afecciones médicas como la obesidad, la diabetes mellitus, la depresión y la hipertensión y otros síntomas vasculares.
Desde hace unas décadas, se ha conocido que la dieta podría funcionar como un factor protector (por lo tanto, ciertas deficiencias podrían ser negativas). Se conoce que las vitaminas del complejo B y las vitamina antioxidantes (A, E, C y los carotenoides) podrían ser beneficiosas.
Sabiendo que es una enfermedad con una alta prevalencia y que el pronóstico de esta es que aumente con el paso del tiempo, es lógico que nos pueda preocupar que en un futuro seamos cualquiera de nosotros los que la padezcamos, por lo tanto ¿qué nos puede estar avisando de que estamos desarrollando la enfermedad? Bien, los diez signos de alarma son:
Pérdida de memoria que afecta a la capacidad laboral.
Dificultad para llevar a cabo tareas familiares.
Problemas con el lenguaje.
Desorientación en tiempo y lugar.
Juicio pobre o disminuido.
Problemas con el pensamiento abstracto.
Cosas colocadas en lugares erróneos.
Cambios en el humor o en el comportamiento.
Cambios de personalidad.
Pérdida de iniciativa.
Los primeros síntomas de la enfermedad están relacionados con la memoria y la alteración progresiva de ésta es el elemento central de este tipo de demencia. Aun así, a medida que la enfermedad avanza se pueden observar otro tipo de síntomas como la alteración de la orientación (tiempo, espacio, propia identidad); capacidad visual y visoespacial (dificultad para reconocer objetos y discriminación de formas); lenguaje oral y escrito (afasias, problemas para la expresión y comprensión del lenguaje, alteraciones en la capacidad de leer y escribir); gestualidad (dificultad para realizar gestos); y capacidades ejecutivas.
Por otro lado, también pueden observarse síntomas no solo en el ámbito cognitivo sino también en el psicológico y conductual, entre ellos: delirios y alucinaciones, actividad motora aberrante, errores de identificación, depresión, apatía, ansiedad, irritabilidad, trastornos del sueño…
Al ser una enfermedad degenerativa, los síntomas van cada vez a peor pudiendo dejar al paciente en un estado vegetativo y culminando con lo muerte. La demencia de tipo Alzheimer no mata, pero degenera de tal forma el cerebro y todas las funciones de este que llega un momento en el que deja de funcionar.
Una vez diagnosticada la enfermedad, a parte de tratamientos farmacológicos se utilizan también otros métodos alternativos para la ralentización de los síntomas. Uno de los tratamientos alternativos más novedosos es la musicoterapia porque puede utilizarse hasta las últimas fases de la demencia por sus características no verbales. La musicoterapia es “la utilización de la música y/o de sus elementos musicales (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un musicoterapeuta profesional, con un paciente o grupo, en un proceso diseñado para promover y facilitar la comunicación, la interacción, el aprendizaje, la movilidad, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos significativos para trabajar las necesidades físicas, emocionales, sociales y cognitivas de las personas”.
Este método es muy interesante porque a pesar de que las capacidades verbales van disminuyendo a lo largo de la enfermedad, la receptividad musical se mantiene pudiendo interpretar piezas conocidas anteriormente o incluso tocando algún instrumento. Diferentes estudios han afirmado que podría ser beneficioso para mejorar las alteraciones conductuales, la ansiedad y la agitación en estos pacientes y proponen la utilización de la danzaterapia para mejorar síntomas motores y funcionales.
A pesar de que se han realizado muchos estudios sobre esta enfermedad todavía es necesario seguir sobre todo teniendo en cuenta que cada vez es una enfermedad más común y que puede afectarnos a cualquiera de nosotros.

Comments