ESTRÉS Y MEMORIA
- L. S.
- 25 jun 2018
- 3 Min. de lectura
El otro día hablábamos de cómo el estrés (ya sea físico o mental) puede provocar problemas en la sexualidad y reproducción. Hoy trataremos otro de los efectos del estrés, más concretamente aquellos que tiene sobre la memoria.
Podeís ver aquí estrés y sexo y reproducción: https://anlysp2.wixsite.com/misitio/blog/estr%C3%A9s-sexo-y-reproducci%C3%B3n
Antes de ir a la cuestión principal hablemos un poco sobre el funcionamiento de la memoria. Existen diferentes tipos de memoria. Una de las diferenciaciones más importantes es la de la memoria a corto plazo (ser capaz de retener un número para apuntarlo en algún sitio) y largo plazo (recuerdos de la infancia).
Otra diferenciación importante sería entre memoria explícita (o declarativa) e implícita (o procedimental). La memoria explícita contiene eventos, hechos, de los cuales somos conscientes; por el otro lado, la memoria implícita contiene hábitos o habilidades, conocimiento sobre cómo hacer algo sin que tengan por qué ser conscientes.
Al igual que hay diferentes tipos de memoria también hay diferentes áreas cerebrales implicadas en esta. Por un lado, unas de las más importantes son el córtex y el hipocampo (áreas que se pueden ver dañadas en pacientes con la enfermedad de alzheimer). Estas áreas estarían más relacionadas con la memoria explícita. Por otro lado, áreas como el cerebelo (implicadas en la regulación de los movimientos corporales) también parecen tener un papel importante en la memoria implícita.
Pero, ¿cómo se almacena la información en el cerebro? Durante mucho tiempo se ha pensado que la información se guardaba en neuronas independientes. Más tarde, se ha ido descubriendo que el conocimiento se guarda en la convergencia de neuronas que forman con sus sinapsis (conexiones) una “red” neuronal. Podría decirse algo así como que cada neurona guarda un trocito de la información y que todas juntas forman una información completa al conectarse entre ellas. El aprendizaje o almacenamiento de información consistiría en reforzar algunas de esas conexiones mediante la excitación de estas con la ayuda de un neurotransmisor denominado glutamato en un proceso que se conoce como potenciación a largo plazo (PLP).
Conocidos estos datos, podemos volver a la principal cuestión del post. ¿Cómo afecta el estrés a la memoria? La respuesta es: depende.
Por un lado, un estrés a corto plazo tendría efectos “positivos” en la memoria (podríamos observar una mejora en esta). En cambio, el estrés a largo plazo tendría el efecto contrario (podríamos observar en este caso una disrupción de la memoria).
Primeramente, que un estrés bajo-medio mejore la memoria tiene mucho sentido. Este tipo de estrés “óptimo” hace que el organismo esté alerta. El sistema nervioso simpático (SNS) se activa facilitando un estado de alerta que mejora la consolidación de recuerdos. Este proceso implica un área cerebral denominada amígdala (muy relacionada con las emociones, que como ya sabemos mejoran el recuerdo y consolidación de información). El SNS también hace que se segrege una mayor cantidad de glucosa (la “gasolina” de las neuronas) en el cerebro,consiguiendo que éste tenga más energía y por lo tanto, mejorando la formación de recuerdos.
En segundo lugar, el estrés prolongado hace que por un lado, los niveles de glucocorticoides aumenten, los cuales a largo plazo producen una disrupción de la memoria explícita y de las funciones ejecutivas (relacionadas con la atención, autocontrol…). Estos efectos, más concretamente podrían resumirse en cuatro puntos principales:
Ante un estresor la amígdala se activa y envía proyecciones muy potentes al hipocampo. Esto es el prerrequisito para que se de la disrupción en la memoria previamente mencionada.
Antes hemos comentado que el conocimiento se organiza en “redes” neuronales Estas redes ya creadas se desconectan, van perdiendo fuerza. Aun así, parece ser que una vez finalizado el periodo de estrés son capaces de regenerarse. Por lo tanto, el estrés no hace que nuestros recuerdos se pierdan sino solo que sea más complicado acceder a ellos.
La neurogénesis (creación de nuevas neuronas) en adultos es inhibida. Esta creación de neuronas ocurre principalmente en el hipocampo donde actúa principalmente el cortisol, hormona segregada en grandes cantidades durante un estresor.
Las neuronas del hipocampo tienen más probabilidades de dañarse antes que en el envejecimiento normativo.
Por último existe algún estudio en el que se ha observado que una alta activación en el sistema nervioso simpático (característica del estrés) provoca un estado en el hipocampo denominado depresión a largo plazo que tendría el efecto contrario al de la potenciación a largo plazo previamente mencionada, por lo que sería el mecanismo subyacente al proceso de olvido.
Podemos por lo tanto, llegar a la conclusión de que ,al igual que comentabamos en el post del otro día, unos niveles de estrés óptimos son adaptativos y por lo tanto necesarios para sobrevivir, no así unos niveles demasiado altos de éste.

Sapolsky, R.M., (2004), Why zebras don't get ulcers: The Acclaimed Guide to Stress, Stress-Related Diseases, and Coping, New York: St Martin's Press.
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